La Pandemia no solo afectó a las personas que se enfermaron de Covid-19 y a sus familias, sino también nos golpeó fuertemente a las personas con una enfermedad crónica y en tratamiento, de pronto estábamos más vulnerables que nunca, sin atención médica, un hospital a dónde acudir, incertidumbre y miedo a salir.
Fue mi caso, mis plaquetas bajaron súbitamente por segunda vez. La primera fui atendida en un hospital, estudios, observación, cuidados y tratamiento, y en doce días ya estaba estable.
Esta segunda vez no, es como si el hospital donde me atendían hubiera desaparecido y otros cuatro a los que acudí también. Solo en uno me hicieron una biometría hemática, me dieron los resultados pero no me pudieron atender. Los seres humanos tenemos como mínimo 150,000 de plaquetas, yo tenía solo 6,000, estaba asustada, sabía que podía tener una hemorragia imparable.
Tuvimos que ir a un hospital particular y ahora entiendo porque tuvimos que “pasear” tantas horas en la ciudad y llegar a ese lugar. Justo ahí se encontraba el Dr. César Omar Vargas Serafín, era él con quién me tenía que encontrar, era ¡hematólogo! y del ¡INCMNSZ! Eso fue grandioso.
Pero encontré algo más que a un hematólogo, encontré a un ser humano gentil que me brindó esperanza, que con su trato esos días en el hospital me hizo saber que estaba en puerto seguro.
Mi fe y ánimo nunca decayeron, cuando me fui a casa ya mis plaquetas iban subiendo gracias al tratamiento del Dr. Vargas, sabía que tenía que ser atingente con sus indicaciones pues una recaída o algo así no eran opción, no habría donde acudir.
El Dr. Vargas estuvo al pendiente de mí, sin interés económico, pues yo iba a hacerme los análisis que me indicara y él los revisaba y me explicaba cómo iba todo, vía whatsapp sin cobrarme un centavo. Tuvimos algunas consultas presenciales. Y también me resolvió dudas de otras situaciones de salud que tuve.
Él me explico que había tres vías para resolver la Trombocitopenia primaria inmune que yo tenía, la opción A que me indicó e hizo que las plaquetas subieran tenía que parar, las plaquetas bajaron de nuevo pero no tanto. Me indicó el plan B que consistía en tomar un medicamento carísimo que él mismo me consiguió ¡sin ningún costo!, solo alguien que ama lo que hace se ocupa de resolver sin pensar en su beneficio.
Esto fue mientras resolvía el plan C, buscó la manera de que en el INCMNSZ ya pudieran atenderme ¡Y lo logró!
Al tiempo me hicieron una esplenectomía y hoy por hoy mis plaquetas se mantienen en niveles normales sin medicamento.
Esos meses del 2020, difíciles para toda la humanidad, para mi representaron la manifestación de Dios en todo su esplendor, en lo que parecía un camino de desolación el Dr. César Omar Vargas Serafín me dio contención, apoyo y confirmó que mi fe y ánimo no tendrían por qué decaer.
Agradezco a Dios con todo mi corazón el haber puesto en mi camino a tan excelente médico y gran ser humano, de quien estaré siempre agradecida.
María Magdalena Reyes Lira Morán