Se requiere una suma de varios factores para que se forme un trombo. Primero, el tener un daño en los vasos sanguíneos (como ocurre cuando se tiene aterosclerosis o depósito de colesterol en los vasos) predispone mucho a la activación de las plaquetas. Segundo, la sangre que circula de manera lenta (como en quien está encamado mucho tiempo), genera que se pueda activar más fácilmente la coagulación. Tercero, algunas personas tienen un sistema de coagulación más “hiperactivo”, en estos casos se pueden formar trombos ante estímulos relativamente pequeños. Si hay alguno de estos factores, es muy fácil tener fenómenos de trombosis.